Reflexión.-(La verdad)


A veces por circunstancias ajenas y no tan ajenas a nuestras vidas tomamos el sendero más corto, por cansancio, por dolor, por cobardía y un sinfín de cosas, no encontramos el camino a seguir por miedo y nos ofuscamos, muchas veces por la humillación o el simple cansancio de vivir dando explicaciones a quien deberíamos de sacar de nuestra vida de un plumazo sin más. La gente hace de abogado, fiscal y juez sin tener ni idea donde se meten y llega un punto que al igual que un ciego no ves salida, es como si el tiempo se detuviera y volvieses sobre tus huellas de nuevo y vuelta a empezar. Todo el recorrido no ha servido de nada y las fuerzas para una nueva contienda se han agotado. Estas tan débil y frágil, que no tienes ganas de nada y ya todo te da igual, dejas de ser tu misma y ni ante el espejo te reconoces. Solo esperas que el tiempo lo ponga todo en su lugar y se repare el daño hecho. Y te dejas ir, sufres una depresión y no entiendes los porqués, a veces son tantos que ya pasas de buscar la verdad y lo dejas todo en manos del tiempo. Además las explicaciones ya de nada valen y el perdón eso es cosa de Dios nada más. No juzgo, no humillo, no castigo, no maldigo, no miento, me lo repito todos los días. Pero de poco o nada vale si estoy rodeada de gente cuyo deporte nacional es el de humillar y lo ha tomado como forma de vida, el de hablar sin cancelas y faltar al honor y a la verdad de las personas. ¿Pero cuál es la verdad? En una historia siempre hay tres verdades, la mía la suya y la verdadera, ¡Esa!, solo la sabe Dios y a la vez las personas implicadas pero nadie la aceptara si les perjudica y es ahí cuando el daño queda hecho y es ya irreparable, de nada valen los perdones, el daño hecho esta y por consiguiente difícil reparar, has confiado y te han defraudado. ¿Cómo volver a confiar? “Una cosa son las palabras y otra los hechos” - Cuando la palabra fue dada basándose en la confianza  y el honor en el que han depositado su fe las personas  y han sido únicamente defraudas y engañadas. ¿Podríamos pedir perdón y arrepentirnos por el daño causado?--- Ahora bien: ¿Cómo sabes si hay verdadera intención en reparar dicho daño? -Y siendo así quedaría restaurado el honor de esa persona, podríamos fiarnos de nuevo y volver a confiar en dichas personas. ¿Qué valor tendría nuestra palabra?-Ya que nada cambiaría sino más bien todo lo contrario; sería el de hacer más daño. Las palabras en sí, no tienen valor  si no son respaldadas por hechos que la confirmen, ya que serian siempre papel mojado. 
Por lo consiguiente la lealtad, confianza y el honor solo tienen una lectura. 
"Hoy te apuñalo, mañana te pido perdón"

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