Cuando me pongan la mortaja
Para acallar mi voz.
Cuando el sol deje de mirarnos
Y mi cuerpo en ceniza convirtió
Cuando el cielo huérfano de estrellas
Y sea sólo noche y ciegue hasta el sol
Cuando la luna no se refleje en el mar
Donde siempre se miró.
Ese día, despertaré de mi sueño eterno
Y mi voz nadie podrá silenciar
Y dirá, lo que en su alma siempre guardó
Resurgiré de mis cenizas
Y caminaré siempre erguida
Mirando a los ojos de aquel que me calló.
Le sonreiré y le diré que mi voz siempre tuvo vida
Y sólo nuestro señor creador
Poder tiene para silenciarlas.
Cuando nací, ese don me fue otorgado
Y mis palabras, “las calla sólo Dios.”
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